9788497777179
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Un día normal, un sol radiante, una calle transitada y, de pronto, como si la vida se partiese en dos o estallase en mil pedazos, un hecho a primera vista intrascendente lo cambia todo para siempre.
El pasado, el presente y el futuro se desconectan, se desencajan. Sólo hay un antes y un después.
El personaje de este relato puede ser cualquiera de nosotros. La octava puerta de Jerusalén atrapa al lector desde el principio al final, y ya desde la primera página lo involucra en una realidad que no es otra que la suya propia.
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OCTAVA PUERTA DE JERUSALEN LA
Un día normal, un sol radiante, una calle transitada y, de pronto, como si la vida se partiese en dos o estallase en mil pedazos, un hecho a primera vista intrascendente lo cambia todo para siempre.
El pasado, el presente y el futuro se desconectan, se desencajan. Sólo hay un antes y un después.
El personaje de este relato puede ser cualquiera de nosotros. La octava puerta de Jerusalén atrapa al lector desde el principio al final, y ya desde la primera página lo involucra en una realidad que no es otra que la suya propia.
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Formato | Pasta Dura |
Publicación | 2011 |
Medida | 15.5 x 23.5 |
Peso | 0.272 |
Páginas | 128 |
Autor | Daniel Ben Itzjack |
Editorial | Obelisco |
LA OCTAVA PUERTA DE JERUSALEN
Un día normal, un sol radiante, una calle transitada y, de pronto, como si la vida se partiese en dos o estallase en mil pedazos, un hecho a primera vista intrascendente lo cambia todo para siempre.
El pasado, el presente y el futuro se desconectan, se desencajan. Sólo hay un antes y un después.
En las páginas de esta novela, la vida, la rutina, el trabajo y nuestra cotidianidad se exponen sin máscara alguna y con toda su impresionante fragilidad e inconsistencia.
El personaje de este relato puede ser cualquiera de nosotros. La octava puerta de Jerusalén atrapa al lector desde el principio al final, y ya desde la primera página lo involucra en una realidad que no es otra que la suya propia. Y lo que es más importante aún: al lector le resulta imposible permanecer indiferente ante un relato que, quiera o no, le llega directamente al corazón.