9789685566254
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La ciencia en que nos iniciamos es la más importante y antigua. Ella emana de la naturaleza o, mejor dicho es la naturaleza misma, perfeccionada por medio del arte y basada en la experiencia. Los adeptos han existido en todos los siglos y, si hoy día los artistas consumen en vano sus bienes, trabajos y tiempo en ella, es porque en vez de imitar su sencillez y seguir los caminos rectos que traza, la adornan con un fardo que no puede soportar, y se extravían en un laberinto arrastrados por su loca imaginación. De ahí las burlas de los profanos que, sin respetar a Dios, ni estimar el arte...
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DE LA MASONERIA OCULTA DE LA INICIACION HERMETICA
La ciencia en que nos iniciamos es la más importante y antigua. Ella emana de la naturaleza o, mejor dicho es la naturaleza misma, perfeccionada por medio del arte y basada en la experiencia. Los adeptos han existido en todos los siglos y, si hoy día los artistas consumen en vano sus bienes, trabajos y tiempo en ella, es porque en vez de imitar su sencillez y seguir los caminos rectos que traza, la adornan con un fardo que no puede soportar, y se extravían en un laberinto arrastrados por su loca imaginación. De ahí las burlas de los profanos que, sin respetar a Dios, ni estimar el arte...
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Formato | Rústica |
Publicación | 2010 |
Medida | 14.0 x 21.0 x 1.2 |
Peso | 0.229 |
Páginas | 218 |
Autor | Ragón J.M. |
Editorial | Berbera Editores |
DE LA MASONERIA OCULTA DE LA INICIACION HERMETICA
La ciencia en que nos iniciamos es la más importante y antigua. Ella emana de la naturaleza o, mejor dicho es la naturaleza misma, perfeccionada por medio del arte y basada en la experiencia. Los adeptos han existido en todos los siglos y, si hoy día los artistas consumen en vano sus bienes, trabajos y tiempo en ella, es porque en vez de imitar su sencillez y seguir los caminos rectos que traza, la adornan con un fardo que no puede soportar, y se extravían en un laberinto arrastrados por su loca imaginación. De ahí las burlas de los profanos que, sin respetar a Dios, ni estimar el arte, se ríen de nuestros más serios misterios.
De ahí provienen las sátiras groseras de esos ignorantes ye, por tener el alma demasiado burda para poder elevarse a la sublimidad de nuestros conocimientos, blasfeman de todo cuanto no pueden comprender. De ahí proviene el ridículo afectado de los indolentes, que desprecian todo lo que no tiene fuerza de imaginar, ni el valor de realizar, a menos que una mano laboriosa haga la labor que ellos debieran haber hecho.
De ahí los libelos injuriosos de esa gente temeraria que, con una osadía llena de mala fe, se atreve a catalogar la verdad y la ciencia hermética entre las invenciones fabulosas y las supersticiones populares sin otro motivo que sus deseos de anular la autenticidad de las mismas y la imposibilidad de destruir su testimonio. Abandonemos a esos hijos de las tinieblas y esos enemigos de sí mismos a la vergüenza de sus vanas ideas inconsecuentes.
En cuanto a nosotros, verdaderos hijos de la luz y sinceros amigos de la humanidad, que vemos la verdad en nuestras enseñanzas, digo que nos toca gozar de las ventajas de la felicidad que ella nos procura.