9788479102661
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Querer es Poder, aunque no basta Querer para Poder, se necesita Saber lo que se Quiere. A los hambrientos de verdad y de luz, a los que repugnan por alimento espiritual el grosero forraje de yerbajos sin substancia, les servirá esta nueva obra de Marden de provechosa enseñanza para fortalecer sus anímicas fuerzas acaudilladas por la voluntad.
Aquí tropezamos con el primer error de las enseñanzas que la rutina recibe por verdades, según las cuales las potencias del alma son memoria, entendimiento y voluntad.
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QUERER ES PODER
Querer es Poder, aunque no basta Querer para Poder, se necesita Saber lo que se Quiere. A los hambrientos de verdad y de luz, a los que repugnan por alimento espiritual el grosero forraje de yerbajos sin substancia, les servirá esta nueva obra de Marden de provechosa enseñanza para fortalecer sus anímicas fuerzas acaudilladas por la voluntad.
Aquí tropezamos con el primer error de las enseñanzas que la rutina recibe por verdades, según las cuales las potencias del alma son memoria, entendimiento y voluntad.
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Formato | Rústica |
Publicación | 1998 |
Medida | 13.8 x 20.5 x 1.3 |
Peso | 0.274 |
Páginas | 232 |
Autor | O.S.Marden |
Editorial | Humanitas |
QUERER ES PODER
Querer es Poder, aunque no basta Querer para Poder, se necesita Saber lo que se Quiere A los hambrientos de verdad y de luz, a los que repugnan por alimento espiritual el grosero forraje de yerbajos sin substancia, les servirá esta nueva obra de Marden de provechosa enseñanza para fortalecer sus anímicas fuerzas acaudilladas por la voluntad.
Aquí tropezamos con el primer error de las enseñanzas que la rutina recibe por verdades, según las cuales las potencias del alma son memoria, entendimiento y voluntad.
En esta nueva obra desvanece Marden tan profundo error, que además de relegar la voluntad a tercer término, siendo así que preside a todas las potencias del alma, incluye entre éstas la memoria, sin percatarse de que con ello ha de admitir forzosamente el alma de los animales, pues fuera insensatez negar las evidentes pruebas de memoria que a toda hora dan los animales domésticos.
Lo mismo cabe decir del entendimiento, que también es facultad notoria en los animales, aunque en menor grado que en el hombre.
Contra dicha enumeración de las potencias del alma, sin disputa errónea, opone Marden la de voluntad, sabiduría y actividad, que convienen exactamente a la trina y una naturaleza del espíritu humano, imagen y semejanza del trino uno Dios.